Existen tres factores que determinan nuestro estado de salud y que están fuertemente relacionados entre sí: el medio ambiente que nos rodea, nuestros hábitos o estilo de vida y nuestra predisposición hereditaria, cuya información (genes) almacenamos como ADN en cada una de las células que conforman nuestro cuerpo.
Siempre hemos asumido que ciertas enfermedades como el asma, la
diabetes o incluso el cáncer eran consecuencia de nuestra predisposición
genética. Sin embargo ahora sabemos, gracias a la epigenética,
que esta premisa no es del todo cierta. Si bien esta predisposición
genética, a priori, parece escapar de nuestro control y no puede ser
modificado a voluntad, estudios recientes han puesto de
manifiesto que ciertos aspectos de nuestro estilo de vida (incluyendo
nuestros hábitos alimenticios, de comportamiento, de actividad física o
de consumo de alcohol o tabaco) tienen una marcada influencia sobre cómo
se comportan nuestros genes. Dicho en otras palabras, podemos cambiar cómo se expresan nuestros genes a través de los hábitos que configuran nuestro estilo de vida.
Si bien la multitud de factores ambientales que pueden provocar estos
cambios acontecen prácticamente en todas las células y en cualquier
época de la vida, su influencia tiene una importancia extrema en la
época prenatal, postnatal y educativa de los niños. Ello
abre un campo inmenso de posibilidades en relación con la infancia, el
desarrollo infantil, la prevención y la terapia de enfermedades. En este
artículo abordaremos el concepto de epigenética y algunos ejemplos
sobre hábitos que configuran nuestro estilo de vida y que han sido
investigados en relación a su posible implicación como causa de
enfermedad.
¿Qué es la epigenética?
La epigenética
estudia cómo determinados factores medioambientales,
condicionados por nuestros hábitos, son capaces de interaccionar con
nuestros genes y modificar su función sin alterar su composición.
La difusión y aceptación popular del concepto de Epigenética se
produce como consecuencia de estudios como los realizados sobre los
niños nacidos dos o tres generaciones de madres-abuelas-bisabuelas
durante el periodo de hambrunas que azotó Holanda durante la Segunda
Guerra Mundial, que demostraron que los efectos derivados de este hecho
se habían perpetuado a las generaciones siguientes, al igual que se ha
observado en otras situaciones.
¿Qué hábitos pueden influir en nuestros genes?, ¿qué consecuencias pueden tener?
Algunos de nuestros hábitos como los relacionados con la forma en la
nos alimentamos, el consumo de alcohol o tabaco, el medio donde vivimos o
la práctica de ejercicio físico se han asociado a cambios o “marcas”
epigenéticas implicadas en el desarrollo de una serie de enfermedades en
humanos. Algunos ejemplos de estas enfermedades son el cáncer o las
enfermedades cardiovasculares, respiratorias y neurodegenerativas. A
continuación, abordamos los principales tipos de exposición ambiental
que han demostrado su influencia epigenética:
Diversos estudios epidemiológicos han constatado la existencia de una estrecha relación entre el tipo de nutrición materna durante el embarazo
y determinados efectos a corto plazo como el retraso de crecimiento
intrauterino o, a más largo plazo, de diversas enfermedades crónicas de
adultos, tales como la obesidad y la diabetes. Por ejemplo, una dieta
rica en ácidos grasos poliinsaturados podría generar cambios
epigenéticos sobre sustancias inflamatorias que están implicadas en
procesos cancerígenos. Así mismo, hábitos alimenticios
pobres en ácido fólico (presente en alimentos como verduras de hoja
verde y legumbres) se han relacionado con un aumento de riesgo en el
desarrollo de cáncer colorrectal.
Son bien conocidos los efectos nocivos del consumo de tabaco y alcohol durante el embarazo en relación con el feto y con el desarrollo posterior y la vida adulta de los niños.
La exposición a ciertas sustancias ambientales, incluyendo el consumo
de tabaco de forma previa a la gestación, se ha asociado con
enfermedades como el asma que pueden explicarse mediante un mecanismo de
regulación epigenética.
Un estilo de vida sedentario, en el que escasean los hábitos saludables como la práctica de ejercicio físico, se ha asociado al aumento de riesgo de sufrir ciertas enfermedades, incluyendo el cáncer y la enfermedad cardiovascular.
La exposición a agentes presentes en el aire contaminado de nuestros núcleos urbanos,
se ha asociado a un aumento en el riesgo de muerte y de complicaciones
de enfermedades cardiorrespiratorias así como al cáncer de pulmón. Otras sustancias contaminantes como los hidrocarburos aromáticos (presentes en condimentos, perfumes o tintes orgánicos) se han asociado con un aumento del riesgo de sufrir leucemia aguda o mieloma múltiple.