viernes, 8 de julio de 2016

¿Cómo se puede prevenir una enfermedad para la cual nuestra predisposición genética nos dice que la vamos o podríamos tener?

Existen tres factores que determinan nuestro estado de salud y que están fuertemente relacionados entre sí: el medio ambiente que nos rodea, nuestros hábitos o estilo de vida y nuestra predisposición hereditaria, cuya información (genes) almacenamos como ADN en cada una de las células que conforman nuestro cuerpo.

Siempre hemos asumido que ciertas enfermedades como el asma, la diabetes o incluso el cáncer eran consecuencia de nuestra predisposición genética. Sin embargo ahora sabemos, gracias a la epigenética, que esta premisa no es del todo cierta. Si bien esta predisposición genética, a priori, parece escapar de  nuestro control y no puede ser modificado a voluntad, estudios recientes han puesto de manifiesto que ciertos aspectos de nuestro estilo de vida (incluyendo nuestros hábitos alimenticios, de comportamiento, de actividad física o de consumo de alcohol o tabaco) tienen una marcada influencia sobre cómo se comportan nuestros genes. Dicho en otras palabras, podemos cambiar cómo se expresan nuestros genes a través de los hábitos que configuran nuestro estilo de vida.

Si bien la multitud de factores ambientales que pueden provocar estos cambios acontecen prácticamente en todas las células y en cualquier época de la vida, su influencia tiene una importancia extrema en la época prenatal, postnatal y educativa de los niños. Ello abre un campo inmenso de posibilidades en relación con la infancia, el desarrollo infantil, la prevención y la terapia de enfermedades. En este artículo abordaremos el concepto de epigenética y algunos ejemplos sobre hábitos que configuran nuestro estilo de vida y que han sido investigados en relación a su posible implicación como causa de enfermedad.

¿Qué es la epigenética?


La epigenética estudia cómo determinados factores medioambientales, condicionados por nuestros hábitos, son capaces de interaccionar con nuestros genes y modificar su función sin alterar su composición.
La difusión y aceptación popular del concepto de Epigenética se produce como consecuencia de estudios como los realizados sobre los niños nacidos dos o tres generaciones de madres-abuelas-bisabuelas durante el periodo de hambrunas que azotó Holanda durante la Segunda Guerra Mundial, que demostraron que los efectos derivados de este hecho se habían perpetuado a las generaciones siguientes, al igual que se ha observado en otras situaciones.

¿Qué hábitos pueden influir en nuestros genes?, ¿qué consecuencias pueden tener?

Algunos de nuestros hábitos como los relacionados con la forma en la nos alimentamos, el consumo de alcohol o tabaco, el medio donde vivimos o la práctica de ejercicio físico se han asociado a cambios o “marcas” epigenéticas implicadas en el desarrollo de una serie de enfermedades en humanos. Algunos ejemplos de estas enfermedades son el cáncer o las enfermedades cardiovasculares, respiratorias y neurodegenerativas. A continuación, abordamos los principales tipos de exposición ambiental que han demostrado su influencia epigenética:


Diversos estudios epidemiológicos han constatado la existencia de una estrecha relación entre el tipo de nutrición materna durante el embarazo y determinados efectos a corto plazo como el retraso de crecimiento intrauterino o, a más largo plazo, de diversas enfermedades crónicas de adultos, tales como la obesidad y la diabetes. Por ejemplo, una dieta rica en ácidos grasos poliinsaturados podría generar cambios epigenéticos sobre sustancias inflamatorias que están implicadas en procesos cancerígenos. Así mismo, hábitos alimenticios pobres en ácido fólico (presente en alimentos como verduras de hoja verde y legumbres) se han relacionado con un aumento de riesgo en el desarrollo de cáncer colorrectal. 

Son bien conocidos los efectos nocivos del consumo de tabaco y alcohol durante el embarazo en relación con el feto y con el desarrollo posterior y la vida adulta de los niños.  La exposición a ciertas sustancias ambientales, incluyendo el consumo de tabaco de forma previa a la gestación, se ha asociado con enfermedades como el asma que pueden explicarse mediante un mecanismo de regulación epigenética. 

Un estilo de vida sedentario, en el que escasean los hábitos saludables como la práctica de ejercicio físico, se ha asociado al aumento de riesgo de sufrir ciertas enfermedades, incluyendo el cáncer y la enfermedad cardiovascular.

La exposición a agentes presentes en el aire contaminado de nuestros núcleos urbanos, se ha asociado a un aumento en el riesgo de muerte y de complicaciones de enfermedades cardiorrespiratorias así como al cáncer de pulmón. Otras sustancias contaminantes como los hidrocarburos aromáticos (presentes en condimentos, perfumes o tintes orgánicos) se han asociado con un aumento del riesgo de sufrir leucemia aguda o mieloma múltiple.

Referencias Bibliográficas:

1. Martín Esther.  (sede Web).  2013 (acceso 8 de julio del 2016). Disponible en: http://fundrogertorne.org/salud-infancia-medio-ambiente/2013/09/03/los-habitos-pueden-modificar-nuestra-predisposicion-genetica-a-enfermar/

1 comentario:

  1. En la pr de tamizaje y confirmatoria debía haberse referido a las aglutinaciones febriles, porque lo que usted indica son las pruebas bioquímicas microbiológicas de identificación, demasiado texto en la contestación a la pregunta, la entrada de TG no sigue el esquema establecido 6/7

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